La enfermedad de Alzheimer (EA) supone una prioridad mundial en salud pública. Se estima que, en la actualidad, existen 35,6 millones de casos de demencia en todo el mundo, y, asumiendo que la EA representa el 60-70% de los casos de demencia, se prevé un incremento de dichas cifras hasta 65,7 millones para el año 2030 y 115,4 millones para el año 2050.
La EA se caracteriza por un deterioro progresivo de las funciones cognitivas, que típicamente suele comenzar con la alteración de la memoria episódica y que progresivamente afecta a otras funciones cognitivas, como el lenguaje. A medida que avanza la enfermedad, destaca la presencia de alteraciones conductuales, como depresión, ansiedad y agitación. Estas alteraciones cognitivas y conductuales conllevan un deterioro de las actividades de la vida diaria y de la funcionalidad del paciente que merma su calidad de vida de forma progresiva.
El arsenal terapéutico farmacológico actual para estabilizar los síntomas cognitivos y conductuales presenta modestos beneficios. Por eso surge en los últimos años la necesidad de encontrar, paralelamente a la farmacología, terapias alternativas no farmacológicas que ayuden a mejorar las manifestaciones clínicas de estos pacientes concomitantemente a la terapia médica, y en este punto se propone la terapia musical.
La palabra ‘música’ proviene del griego µουσική (τέχνη) – musiké (téchne), cuya traducción literal es ‘el arte de las musas’, y se describe como una manifestación artística capaz de producir un impacto en la conducta humana, individual o colectiva, y de expresar sentimientos, circunstancias, pensamientos o ideas. Podemos encontrar datos del uso de la música como terapia incluso desde la época de la prehistoria, en todas las culturas antiguas conocidas, en las que la música se consideraba obra de un ser sobrenatural (y, por tanto, su carácter mágico-espiritual era necesario para combatir la enfermedad, aceptada por estas culturas como el fruto de la magia y la ira de los dioses). Así, a lo largo de nuestra historia, la musicoterapia ha estado presente, si bien con unas características y connotaciones específicas en cada una de las culturas.